evtv
Fact-Cheking

“La proteína espiga es una toxina” y otras afirmaciones falsas de un profesor canadiense

Un inmunólogo canadiense afirma que la proteína creada por las vacunas de ARN mensajero contra el covid-19, utilizada para generar anticuerpos, es una “toxina” que se propaga por todo el organismo causando múltiples daños. Estas afirmaciones, compartidas más de 1.500 veces en redes sociales desde el 1 de junio, son falsas y el resultado de interpretaciones erróneas de dos estudios, de acuerdo con expertos consultados por la AFP.

“Una nueva investigación 'aterradora' encuentra que la proteína de la vacuna aumenta inesperadamente en el torrente sanguíneo”, se lee en una publicación en Facebook. “La proteína está relacionada con coágulos de sangre, daño cardíaco y cerebral y riesgos potenciales para los bebés lactantes y la fertilidad”.

“Al vacunar a las personas, las estamos inoculando inadvertidamente con una toxina”, se detalla en otra entrada

Ambas publicaciones aluden a una entrevista que el programa On Point, de la emisora de radio Global News, hizo al investigador canadiense Byram Bridle el pasado 28 de mayo. Allí Bridle afirma haber accedido a un estudio japonés de Pfizer no publicado, que demostraría que la seguridad de la vacuna contra el covid-19 de Pfizer/BioNTech no fue evaluada correctamente.

En otro video viral, las declaraciones de Bridle se suman a las del cardiólogo estadounidense Peter McCullough, quien también afirma que la proteína inoculada por estas vacunas se “descontrola” y circula en todo el organismo, causando distintos tipos de daño.

Captura de pantalla de una publicación en Facebook hecha el 23 de junio de 2021

Las mismas afirmaciones también han sido compartidas en Twitter (1, 2) y Telegram (1, 2), en entradas en alemán (1, 2) y francés (1, 2). Fueron asimismo publicadas en sitios digitales que han difundido desinformación a lo largo de la pandemia (1, 2).

¿Quién es Byram Bridle?

Byram Bridle es profesor de inmunología viral de la Universidad de Guelph, Canadá. Publicaciones en la base científica de datos PubMed muestran que ha participado en investigaciones sobre cáncer y virología.

Bridle también colabora con la llamada “Canadian Covid Care Alliance”, cuyas afirmaciones falsas sobre la ivermectina para tratar el covid-19 ya fueron verificadas por la AFP.

Consultado por las declaraciones radiofónicas de Bridle, un portavoz de la Universidad de Guelph dijo a la AFP que las opiniones de los investigadores que trabajan en la institución no reflejan necesariamente la postura de la universidad. Además, señaló, «la universidad anima encarecidamente a cualquier persona que pueda vacunarse a que lo haga».

El “estudio” japonés

Para respaldar sus afirmaciones, Bridle se basa en lo que llama un «estudio» de la Agencia Japonesa de Productos Farmacéuticos y Médicos (PMDA) respecto de la vacuna de ARN mensajero (ARNm) de Pfizer/BioNTech.

En realidad, es un documento técnico presentado por el laboratorio para obtener la autorización de comercialización de su vacuna contra el covid-19, según relató a la AFP la portavoz Maki Yamaguchi. «El documento forma parte de la presentación de datos realizada por Pfizer a la Agencia Japonesa de Productos Farmacéuticos y Dispositivos Médicos (PMDA) para su revisión», explicó. En concreto, dicho informe es una revisión de los compuestos ALC-0315 y ALC-015 de la vacuna, a la que las autoridades japonesas dieron luz verde el 14 de febrero de 2021.

Según el informe, Pfizer realizó un estudio de biodistribución, es decir, un estudio sobre la circulación de su vacuna en el cuerpo de ratones. Así, Pfizer inyectó en ratones nanopartículas lipídicas que transportan el ARNm a las células, donde entregan la información genética para que generen la proteína espiga del nuevo coronavirus y así estimular la producción de anticuerpos. Todos esos elementos fueron «marcados con radioactividad» para posibilitar el seguimiento de su recorrido en el cuerpo de los ratones.

La AFP consultó al neurólogo Amane Koizumi, del Instituto Nacional de Ciencias Naturales de Japón, sobre el contenido del documento japonés, quien confirmó que, en efecto, da cuenta de un estudio de biodistribución en ratones.

Bridle sugiere que dicha información es secreta o poco conocida, pero también ha sido evaluada por la Agencia Europea del Medicamentos (EMA), cuyo informe en inglés está disponible aquí, y sus homólogas británica y estadounidense, que han aprobado la comercialización de esa vacuna.

 ¿La proteína espiga se propaga por todo el cuerpo?

El objetivo de las vacunas de ARN mensajero es que el cuerpo fabrique la proteína espiga del SARS-CoV-2, que el sistema inmunológico reconocerá como “extraña”, induciendo la creación de anticuerpos. De ese modo las vacunas preparan al sistema inmunológico para atacar al nuevo coronavirus en caso de contagio.

Bridle afirma que el documento japonés demuestra que la proteína espiga se extiende por todo el cuerpo a través del torrente sanguíneo, acumulándose en el bazo, la médula ósea, el hígado, las glándulas suprarrenales y los ovarios.

Pero la afirmación es falsa. Solo las nanopartículas lipídicas -y no la proteína espiga- circularon por el cuerpo de los ratones, principalmente en el músculo donde fueron inyectadas y en el hígado. También se encontraron, en menores concentraciones, en el bazo o los ovarios.

“Este documento no demuestra en absoluto esa circulación de la proteína espiga”, señaló Koizumi a la AFP. En cambio, «muestra la circulación y el tiempo de circulación en cada órgano de los lípidos inyectados».

Otros dos científicos contactados por la AFP se pronuncian en el mismo sentido, contradiciendo los supuestos hallazgos de Bridle. «En ningún momento el experimento examina el depósito o la concentración de la proteína espiga», dijo el profesor Daniel Sauter, investigador jefe del grupo de Mecanismos de la Inmunidad Antiviral Innata de la Universidad alemana de Tubinga.

La presencia de esas nanopartículas lipídicas en ciertos órganos «no significa que la proteína espiga también esté presente allí y mucho menos que la proteína espiga circule libremente» en el cuerpo, indicó por su parte Frank Kirchhoff, director del Instituto de Virología Molecular del Hospital Universitario de Ulm, Alemania. «Para que esto ocurra, la vacuna tendría que mezclarse primero con las células de estas zonas, algo que el etiquetado radiactivo no muestra», explicó.

El profesor Bridle omite que, de acuerdo con la evaluación de la EMA mencionada anteriormente, estos lípidos no permanecen en el cuerpo durante mucho tiempo: la mayor concentración se observó dos horas después de la inyección, pero descendió a un 1% tras 24 horas.

Además, el inmunólogo canadiense no aclara en ningún momento de la entrevista que el estudio se realizó en ratones, y que su resultado no es trasladable a los humanos. De acuerdo con el profesor Kirchhoff, «pueden dar algún indicio, pero [los ensayos] no se pueden trasladar directamente a los humanos. Los ratones son más pequeños, sus músculos son más pequeños y las proporciones de su cuerpo son menores», dijo.

Finalmente, el último punto que Bridle no menciona es que la dosis inyectada a los ratones no era, de acuerdo con la EMA, en absoluto comparable a la utilizada para los humanos: sino entre 300 y 1000 veces mayor.

Vacunación contra el covid-19 en Mississauga, Canadá, el 15 de mayo de 2021 (Cole Burston / AFP)

Supuestas secuelas mencionadas por Bridle ya serían evidentes

Si la proteína espiga se extendiera por todo el organismo, acumulándose en los órganos y causando los daños que menciona el profesor canadiense, ya sería evidente en personas vacunadas de todo el mundo.

Esa supuesta acumulación y los consecuentes efectos adversos, de hecho, tendrían que comenzar poco después de la inoculación, cuando la concentración de ARNm y la producción de la proteína espiga es más elevada, explicó Kirchhoff. La mayoría de las campañas de vacunación comenzaron en diciembre de 2020 y muchos millones de personas ya han sido inmunizadas con vacunas de ARNm. Los resultados obtenidos hasta ahora demuestran, en cambio, una gran eficacia y seguridad, afirmó también Kirchhoff.

Malinterpretación de un estudio de Harvard

Bridle afirma que, según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Harvard, se encontraron proteínas espiga en la sangre de 11 de 13 trabajadores sanitarios vacunados. Sin embargo, Bridle no hace una interpretación correcta de los resultados de dicha investigación.

AFP se comunicó con David Walt, profesor de patología de la Facultad de Medicina de Harvard y coautor del estudio, quien dijo: «Bridle toma nuestros resultados y los malinterpreta completamente».

Walt explicó que el objetivo del estudio era probar la circulación del antígeno. En el plasma sanguíneo de 11 personas vacunadas se encontraron partes de proteínas espiga y en tres personas vacunadas se encontraron espigas completas.

En el estudio solo se conjeturan razones por las que eso ocurriría. Pero los investigadores descubrieron que la concentración de proteínas SARS CoV-2 disminuía cuando aumentaba la concentración de anticuerpos. Las proteínas espiga incompletas desaparecieron del plasma de todas las personas vacunadas después de 14 días. Las proteínas completas de los tres vacunados fueron detectables solo después de la primera vacunación y también desaparecieron después de la segunda dosis.

¿La proteína espiga es tóxica?

Bridle afirma que la proteína espiga que el cuerpo fabrica tras la inoculación de vacunas de ARNm es “una toxina” que ataca órganos y tejidos.

Christian Münz, profesor de inmunobiología viral en la Universidad de Zúrich, dijo a la AFP que “para que la proteína de la espiga dañe las células endoteliales de los vasos sanguíneos, tendría que haber grandes cantidades de ella en el torrente sanguíneo». Pero esto no es así.

Con él coincidió el virólogo Kirchhoff: «Dudo que las cantidades de proteína de espiga libre que podrían producirse tras la vacunación sean suficientes para causar efectos secundarios perjudiciales.»

Walt, por su parte, señaló: “no encontramos espigas completas en la mayoría de los individuos vacunados. Nuestra conclusión fue que la vacuna está funcionando como se esperaba y es segura».

Otras afirmaciones sin pruebas

En la entrevista radiofónica, el profesor Bridle también hace otras afirmaciones sin citar ningún estudio científico.

Varias ya han sido desmentidas por la AFP, incluyendo que la proteína espiga creada por la vacuna puede cruzar la barrera hematoencefálica y causar daños neurológicos.

Daniel Dunia, director de investigación del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia, dijo para esa verificación que «la vacuna de ARNm se inyecta localmente en el músculo y la expresión de la proteína espiga se limita a las células a las que se dirige inicialmente para desencadenar la respuesta inmunitaria. El ARNm es inestable y se degrada rápidamente».

Sin citar estudios específicos, Bridle también afirma que «el ARNm se transmite a través de la leche materna», provocando «hemorragias en el tracto gastrointestinal» y dijo haber encontrado pruebas de ello en la base de datos estadounidense de informes sobre efectos secundarios.

La AFP ya examinó esa afirmación tras el fallecimiento, comunicado en mayo de 2021 en Estados Unidos, de un bebé cuya madre había sido vacunada. En el artículo (en alemán), los expertos coincidieron en que el ARNm de las vacunas no puede pasar a la leche materna, entre otras cosas porque la proteína espiga no puede migrar por el cuerpo en grandes cantidades.