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Inmigración

La peligrosa travesía de los migrantes venezolanos hacia Trinidad & Tobago

Entre la comunidad pesquera de Güiria, al extremo noreste de Venezuela y Puerto España, capital de Trinidad y Tobago hay 100 kilómetros de distancia. Un viaje repleto de dificultades y riesgos, sobre todo si se realiza en precarias embarcaciones pesqueras y con condiciones climáticas desfavorables. Aún así, miles de venezolanos forman parte del tráfico de desplazados hacia la región insular. Huyen de la pobreza, el desempleo y la falta de servicios que persisten en el país sudamericano; situación que la pandemia del COVID-19 ha exacerbado.

En el intento de buscar una mejor vida muchos han muerto.

Este sábado la Guardia Costera trinitense informó a través de un comunicado sobre once cadáveres que fueron encontrados el día anterior en aguas cercanas al pueblo de Güiria. Más tarde, ese mismo día, las autoridades venezolanas se pronunciaron, agregando tres muertos más a la cifra de cuerpos encontrados.

Una peligrosa travesía

El tramo de Güiria a Trinidad es sumamente complicado. Primero se debe llegar a Macuro, una pequeña y remota localidad cuya única vía de acceso es marítima, de allí las embarcaciones se lanzan al mar con la esperanza de llegar al otro lado. Para completar el viaje que dura poco más de dos horas es necesario atravesar una zona «muy peligrosa» llamada La Boca del Dragón, una serie de estrechos que separan el golfo de Paria del mar Caribe.

De 25 a 30 personas por bote

La periodista venezolana, Naky Soto, detalla que las embarcaciones son pequeñas y fueron «inicialmente creadas para la pesca».

«Son estructuras de madera que dependen de la potencia de los motores que, dada la infraestructura deteriorada del país, llevan años sin ser revisados. Y a eso se le suma una gasolina de mala calidad que termina disminuyendo las oportunidades de que el bote realice el viaje con éxito», indica la periodista venezolana en entrevista con la cadena BBC Mundo.

Soto estima que hay un problema entre bandas delictivas por el control del mar que ha arrastrado a los pescadores locales. «Las posibilidades que tienen ellos para hacerles frente a las bandas organizadas son escasas y por eso algunos terminan siendo sometidos y se suman a ellas», explica. «De algo tienen que vivir».

Jesús Villarroel, director de Caritas Carúpano, estado Sucre comentó a la BBC: «De Güiria salen pesqueros con muy pocas medidas de seguridad, generalmente con 25 a 30 personas, más de los que el barco puede llevar, y la mayoría sin chalecos salvavidas». El viaje puede costar hasta US$500, de acuerdo con el sacerdote, y es organizado de manera «misteriosa y secreta» por locales que se hacen llamar «capitanes».

«Otros llegan incluso a empeñar sus casas para costearlo», explica por su parte Villarroel, antes de precisar que la mayoría de los que deciden partir a Trinidad de esta manera provienen del oriente del país, muchos de la zona de Güiria. «Sin embargo, también hay casos de gente que viene del resto del país».

Yohana Marra, periodista de Crónica Uno, quien lleva años denunciando la situación a la que se exponen los migrantes de Venezuela hacia Trinidad, precisa que hay incluso quienes pagan el viaje con un teléfono celular, con una nevera o un televisor.

«Lo único que les importa es conseguir un trabajo»

Marra, que ha hablado con varias personas que aspiran emigrar a Trinidad, explica que muchos en Güiria ven en la isla la única opción para salir de la «desesperada» situación en la que se encuentran.

«A veces no tienen nada que comer, las mujeres están desempleadas. Están conscientes de la situación en Trinidad, de que los pueden detener, de la xenofobia, pero me han dicho que no les importa», cuenta. «Lo único que les importa es conseguir un trabajo y poder enviarle dinero a su familia».

De acuerdo con la periodista de Crónica Uno, los migrantes se van «con lo puesto» y con una mochila en la que meten lo estrictamente necesario: «Un par de cambios de ropa a veces es más que suficiente».

«Si el barco logra llegar a Trinidad, allá los espera alguien que los guía para que no los detengan, a veces tienen que permanecer en lugares seguros por varios días cuando hay alcabalas, pero pueden pasar varios días antes de que puedan comunicarse con sus familias y hacerles saber que llegaron sanos y salvos».

A Marra le preocupa que el tema de los naufragios se está «normalizando» en Güiria.

«Me dicen que el pueblo actualmente está alborotado, que hay detenciones y están tratando de investigar. Los familiares de los fallecidos están destruidos, por supuesto, pero ya ha pasado tantas veces que a los pobladores les choca cada vez menos».

«Dudo que sea el último»

Cuando finalmente llegan a Trinidad, gran parte de los venezolanos comienza un largo trámite para permanecer en el país en calidad de refugiados. Marra denuncia que un aspecto preocupante del tráfico de personas a Trinidad es que también existe la trata de mujeres.

«El tema de la migración en Venezuela favorece a las redes que se dedican a esta actividad, que se ha vuelto común en el oriente de Venezuela», explica.

«Captan adolescentes, les hacen promesas de trabajo, y muchas madres solteras que viven precariamente y quieren ayudar a sus familias creen en ellas y terminan cayendo en la prostitución y en la explotación».

En junio de este año, la justicia venezolana detuvo a 11 hombres y una mujer presuntamente involucrados en una red de trata de personas que pretendía trasladar a Trinidad a un grupo que incluía a niñas menores de edad. Actualmente en Trinidad y Tobago hacen vida cerca de 40.000 venezolanos, una cifra que sigue en aumento pese a los intentos de las autoridades trinitarias de parar el flujo migratorio. Y las tensiones entre las autoridades venezolanas y trinitarias siguen aumentando.

Al menos 14 personas son halladas muertas en el mar y costas del este de Venezuela

«El caso de los 14 muertos el pasado sábado no es el primero, Venezuela ya lleva más de cien muertos en el mar, pero no todas han tenido el mismo impacto mediático, y lamentablemente dudo que sea el último. Esto va a continuar hasta que la situación en el país cambie», concluye la periodista Nakiy Soto.