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El Gran Lezama cumple 100 años

Por Mari Montes / Deportes EVTV- Prodavinci

Quise rescatar parte de la extensa entrevista que le hice a Jesús Alejandro Lezama para mi libro “Crónicas fanáticas” publicado por Libros El Nacional en 2014, porque cumple 100 años y bien merece ser celebrado.

Está con el equipo desde 1944, dos años antes de la fundación de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional, el número en su espalda nos va diciendo a todos la edad que tiene, esta temporada usó el noventa y nueve.

Recorrer la historia del equipo con él fue tan fascinante para mí, como hacerlo por la tribuna del Estadio Universitario cuando era una niña.

Caminar con Lezama hacia su casa, desde la avenida San Martín, es comprobar su popularidad: “¡Arriba el Magallanes!” le grita una muchacha insolente y cariñosa, él le responde haciéndole señal de “guillo”. Es un personaje de El Guarataro, donde ha vivido casi toda la vida y donde todos lo conocen y saludan desde sus aficiones.

En las paredes de su “Baticueva”, como él la llama, hay fotografías de todos los tiempos. Para donde uno voltee, está la historia del Caracas.

La suya se ha hecho desde la tribuna del estadio, donde lo hemos visto sumar años e innings con la ilusión de un novato.

De niña me gustaba ir detrás de él, cuando doblaba hacia primera base comenzaba la mayor diversión, tratar de esquivar los vasos y las naranjas que le lanzaban, ni se inmutaba, aún no lo hace.

Para él, “Chico” Carrasquel es el mejor pelotero que ha tenido el Caracas, como jugador, como estrella, como técnico, como manager, como ciudadano y como fanático.

– Éramos los caras bonitas, a mucha honra.

Hasta mi conversación esa tarde con Chivita, tenía la duda del porqué de la expresión “caras bonitas”. Algunos decían que era porque al estadio de San Agustín iban muchas muchachas muy guapas a ver los juegos. Otros dicen que la galanura de jugadores como Dalmiro Finol, Daniel Canónico o Alfonso Carrasquel fue el origen del mote.

Según Lezama fue “una gracia malintencionada” de Temis Mele (Temistocles Mele) recordado narrador de los Navegantes del Magallanes, el de la célebre frase “¡Magallanes para todo el mundo!”, quien le puso así al Caracas “para no decirnos otra cosa, como diciendo que éramos homosexuales”.

No les importó y pronto se olvidó la chanza que trató de armar Mele sin éxito. “Era mamadera de gallo, cosas del beisbol”, dice aclarando que aquello nunca se sintió como una ofensa.
Sus recuerdos son siempre favorables al Caracas, tiene claros los juegos en los que hemos perdido, pero insiste en que “son pocos”.

El 30 de noviembre de 1947, ocurrió uno de sus favoritos. “Guillermo Vento, estableció un récord porque bateó de 6-6, Benítez “Redondo” dio dos jonrones y lo mejor de ese juego fue que le ganamos al Magallanes 12-6”.

En aquellos primeros años de la Liga, el toma y dame entre Caracas y Magallanes afianzó lo que hoy se reconoce como una de las rivalidades más importantes del Caribe y del beisbol.
En el Museo de Cooperstown, de hecho, existe una vitrina dedicada a los eternos rivales en el salón “Latino”.

Lezama goza la rivalidad pero dice que nos hemos acostumbrado tanto a la convivencia, a la tolerancia y todas esas bondades inusuales entre competidores “que parecemos hermanos”.

– ¿Cuándo comenzó tu fanatismo por el Caracas?
-Yo nací en los tiempos de Gómez, el 9 de febrero de 1919 en Tucpupita, aunque mi infancia la recuerdo desde Trinidad, allá vivía con mi mamá, la Negra Josefa, en la Casa del odontólogo Bernabé Pérez.. A aquella casa iban Raúl Leoni y también Jóvito Villalba, que destacaba por su facilidad para hacer discursos, hablaba con pasión, me gustaba escucharlo.

Al morir Gómez en 1936, nos regresamos a Tucupita. En esa época lo que a mí me gustaba era el fútbol, el beisbol no era tan popular.

Mi mamá decidió venirse a Caracas para que yo estudiara. Nos instalamos y me inscribió en el Liceo “República de Brasil” que estaba en la esquina de Cuartel Viejo en la avenida Baralt. Después vino alguien y le metió en la cabeza que me metiera en la Marina porque yo y que iba a ser almirante. Pero terminé en la Escuela de Grumetes, donde serví por tres años, ahí conocí a Wolfgang Larrazábal.

Me hice Caraquista en 1941, antes de que el Caracas como tal fuera fundado. No existía, pero ya yo era caraquista. Manuel Corao dueño de la Cervecería Princesa, era también propietario del equipo de beisbol que se llamaba igual, a mi me gustaba mucho porque tenía a la mayoría de los jugadores que ganaron en La Habana la Serie Mundial Amateur y que fueron los que despertaron en los venezolanos el amor por el beisbol. A ellos les debemos mucho, hicieron que todos estuviéramos pendientes y que nos interesáramos por la pelota.

El doctor Martín Tovar Lange le compró la cervecería Princesa a Corao y el equipo con todas sus estrellas. En especial yo admiraba a Guillermo Vento y Luis Romero Petit, “Héroes del 41”. Aquel equipo con puros criollos, como el Royal, era para estar orgullosos.

En el año 44 me incorporé como fanático del Caracas. Es decir, yo estoy con el Caracas desde el año 44 y tuve la dicha de ir a la primera Serie del Caribe en el año 49, en La Habana. El propio doctor Martín Tovar Lange me invitó, yo no tuve que pagar nada. Él me vio como un animador del equipo, aunque el rol como tal me llegó con Oscar “Negro” Prieto y el doctor Pablo Morales. Ellos me dieron un uniforme. Una gran emoción para mí.

Antes de eso yo costeaba mis gastos y cuando Caracas hizo aquel campeonato recordado como “El Rotatorio”, con Caracas, Magallanes, Pastora y Gavilanes, yo pagaba mis cosas. Fueron Morales y Prieto quienes me incorporaron, me hicieron parte del equipo. Siempre estaré agradecido por eso. Tenían la oficina en la esquina de Coliseo. De aquellos años recuerdo al gran Pancho Pepe Cróquer, excelente persona y un narrador fuera de serie, no sólo por su gran voz, además era el mejor describiendo lo que pasaba en el juego.
-Muchos creen que tú eres empleado del Caracas
-No, yo jamás le he cobrado un centavo al Caracas, ni cobraré.

(…)

¡Feliz cumpleaños, Chivita!

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